A pesar de sobrevivir y llegar a nuestros días su recuerdo como el mito de un bandolero romántico y la realidad de su historial nos hace recordar a un cruel criminal.
Francisco de Paula José Ríos González, conocido como “El Pernales” apodo que recibe de la deformación fonética de “pedernales” duras piedras con las que hacer saltar las chispas para prender fuego, características similares a su personalidad de carácter duro y sangre caliente.
Nació el 23 de julio de 1879 en Estepa (Sevilla), tierra natal de bandoleros de la talla de “El Lero” o “El Vivillo”. De casta le vino la afición por el robo, hijo de ladrón de cortijos, su proximidad con la delincuencia, un entorno desfavorable, un contexto histórico y social inestable, unido a la muerte de su padre tras un encontronazo con la Guardia Civil, convierten a un ratero de pueblo en uno de los bandoleros más recordados de la historia de España.
La pérdida de su padre lejos de frenar sus coqueteos con el crimen, provocaron en el un recrudecimiento que lo vinculó con delitos de diversa naturaleza: robos, asesinatos, torturas, violaciones, emboscadas, secuestros, extorsiones.
Fue abandonado por su primera mujer y dos hijas, a los tres años de casarse. Conchilla fue su segunda mujer, quien aguantó la vida de este criminal y se convirtió en colaboradora de algunas de sus fechorías.
Es difícil entender como alguien de esta naturaleza, con un historial capaz de inspirar miedo al mismísimo demonio, fue capaz de ganarse la simpatía de los pobres, quizás fueron sus delitos de extorsión a ricos, o quizás esa fama de Robin Hood andaluz que repartía parte del botín y algún cigarrillo entre los paisanos más humildes, fuese como fuese, el recuerdo del cruel criminal permanece hoy vivo como romántico bandolero.
Las sierras de Sevilla, Córdoba, Málaga y Jaén se convirtieron en el escenario de sus fechorías, un terreno que conocía a la perfección y le permitía huir una y mil veces ante el acoso de las autoridades que pusieron precio a su cabeza.
Un 31 de agosto de 1907, a los 28 años de edad, moría a manos de la Guardia Civil. Las crónicas cuentan que dos hombres bien armados se acercaron a preguntarle a un paisano cerca del albaceteño pueblo de Villaverde, el camino más recto para atravesar la Sierra de Alcaraz. Tras la información, uno de los jinetes dio un duro y un cigarro de su pitillera “Gracias, buen hombre, y tome esto para acordarse del “Pernales”, que soy yo”, agradeció.
El paisano, que resultó ser un guardia jurado, denunció los hechos en el cuartel más próximo, comenzando la búsqueda que acabaría con la vida del famoso bandolero y su último acompañante “El Niño del Arahal” en el paraje conocido como “Las Morricas”. Los cuerpos de ambos fueron expuestos públicamente a petición del gobernador. “Conchilla de Pernales”, su segunda mujer, fue declarada culpable de cómplice y acabó en la cárcel, poco después de dar a luz al tercer hijo de “El Pernales”.
Es aquí donde muere el cruel criminal, capaz de marcar a fuego a sus hijas, porque les molestaban sus llantos, y desgarrar con sus espuelas la cara de un enemigo caído, que nació carne de cañón fruto a un entorno y circunstancias que le marcaron desde la misma cuna. Y es aquí, en el mismo momento de su muerte donde se acrecienta la leyenda del bandolero romántico.
Numerosas publicaciones, coplillas o el “Romance del Pernales” que han llegado a nuestros días gracias a la tradición oral, hicieron crecer la historia de un personaje que robaba a los ricos para dar dinero a los pobres.
El Pernales en cierto modo puede considerarse como un antihéroe, esa figura televisiva y de cine puesta de moda en series y películas cuyos protagonistas no son los típicos héroes con capa, sino que tienen defectos y rompen la ley, al más puro estilo Pablo Escobar. Quien sabe si acabaremos viendo la vida de “El Pernales” en plataformas como Netflix o Amazon Prime.
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Romance del Pernales interpretado por grupo albaceteño Tradición: https://www.youtube.com/watch?v=JJDfwOK04_E
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